En este tiempo he podido conocer a muchas personas a través de mi labor. Y puedo decir que he entablado grandes amistades con algunas de ellas. Ya lo comenté en mis anteriores artículos, Cuadernos de Bitácora: Tertulia sobre el Centro de Estudios de Transcomunicación de Luxemburgo y Entrevista en el programa Mundo Oculto, personas que de alguna manera se interesaban en mis publicaciones, y con el tiempo y el contacto habitual, se han convertido en parte importante de lo que hago ahora, animándome y aconsejándome.
En esta ocasión os hablaré de dos buenos compañeros con los que tuve la oportunidad de compartir hace pocos días un par de visitas a lugares abandonados. José Manuel y Julia llevan a cabo una interesante iniciativa cultural en Córdoba, realizan una visita nocturna por las calles de la ciudad en la que van relatando los sucesos más inexplicables que han ocurrido a lo largo de la historia. Llevan a cabo dos tipos de rutas diferentes, a las que he tenido la oportunidad de asistir y son muy recomendables. Para el que quiera informarse más sobre su labor, visitad la página CÓRDOBA MISTERIOSA o su Facebook.
En cuanto al par de visitas que hicimos, les propuse ir a dos lugares cercanos para que sirviera como toma de contacto. El primero fue una casa abandonada, muy castigada por el tiempo y el vandalismo. Después de visitar toda la casa, nos dispusimos a realizar unas cuantas sesiones de grabación para ver si conseguíamos cazar algo. Como casi siempre, no obtuvimos nada que fuera relevante.
La segunda visita fue un poco más especial. Ya había caído la noche y, a pesar de que conocía el lugar al que los llevé, ni yo mismo esperaba un escenario tan propicio y misterioso.
Era un lugar al que le tengo un especial cariño, allí grabé una vez algo que fue un punto de inflexión en mi interés por el fenómeno de las psicofonías. Concretamente esto: ¿Por qué existe este blog? Tenía algo y tenía que contarlo. A día de hoy sigo sin saber qué grabé, pero fue el causante de que empezara mi pequeña andadura por este mundillo.
Era una noche oscura, con luna creciente que ayudaba más bien poco a poder ver algo. En lo más alto de una colina se erguía el misterioso cortijo, solo visible desde lejos si lo enfocaba con la linterna. Nos costó llegar, ya que el campo estaba recién arado, y nada más empezar el camino hacia el cortijo apareció el inevitable comentario: "así es como empiezan las películas de miedo". Y era verdad, el día y la noche lo cambian todo, aunque siga siendo lo mismo.
Llegamos por fin al cortijo, y a mí mismo me costaba reconocerlo, se había deteriorado aún más y la noche hacía que me perdiera detalles reconocibles. Lo pateamos de arriba a abajo, y al igual que en la casa anterior, nos dispusimos a hacer una sesión de grabación.
Elegimos el mismo lugar en el que capté aquella misteriosa psicofonía, nos sentamos al raso y comenzamos a grabar. Lo que allí se grabó está aún pendiente de analizar, en un vistazo preliminar se intuye que puede haber algo, pero se necesita un análisis más exhaustivo para determinarlo.
Con lo que me quedo es con la experiencia de haber compartido esa visita, y sobre todo, esos momentos en los que estuvimos grabando. Es muy gratificante poder conocer a personas que comparten tus mismas inquietudes, en un ambiente de total respeto y entusiasmo. Espero que ellos lo pasaran tan bien como yo, y que pronto repitamos la experiencia. Recordé a otros amigos que ya nos han acompañado en otras investigaciones, David y Pepe, y espero que ese círculo de amistad e interés por los misterios se siga ampliando, siempre en el mismo camino.
Os dejo un pequeño reportaje fotográfico que José Manuel realizó en el viejo cortijo.
Fue una visita muy interesante, y espero que sea el punto de partida para otras tantas investigaciones más de todo tipo.
Gracias a todos por leer el artículo, agradezco vuestros comentarios.
Jorge Liébana. Grupo D.R.E.S.