Las Caras de Bélmez: ¿Qué queda del fenómeno 45 años después?

Mañana se cumplen 45 años del fenómeno que removió los cimientos (nunca mejor dicho) de la parapsicología en nuestro país. Parece que aquella historia queda demasiado lejos en el tiempo como para que, a estas alturas, se pueda contar algo. Pero no, hay muchas formas de reescribir algo de lo que ya se ha escrito todo, así que os propongo la mía.


Hace unos días, tuve la oportunidad de visitar la localidad jiennense de Bélmez de la Moraleda, y no podía dejar pasar la oportunidad de intentar actualizar en primera persona todo lo que había leído, visto y escuchado sobre el fenómeno de las Caras. Han corrido ríos de tinta, rumores, acusaciones de fraude, controversias, pero, como decía en el párrafo anterior, ya está todo escrito, y no es mi intención repetirlo. Preferiría centrarme en algo en lo que prácticamente ningún investigador que ha trabajado sobre este caso ha reparado: la influencia de las Caras en la localidad. ¿Cómo lo vivieron y siguen viviendo sus habitantes? Ni siquiera yo pensaba escribir estas líneas sobre esta perspectiva, pero mi visita a aquel lugar me obliga a hacerlo.

La primera señal era clara. En la casa en la que estuve alojado, encontré un libro con información básica de la comarca, y había un apartado muy curioso que hablaba sobre las creencias y supersticiones de los lugareños. Como suele ocurrir en las zonas rurales, las leyendas sobre duendes, brujas y demonios están a la orden del día. Los habitantes de Bélmez y demás pueblos de la zona solían temer a los duendes, que los acosaban por las noches. Para mantener a raya a los seres demoníacos, al atardecer colocaban unas tijeras abiertas en forma de cruz en la entrada de la casa, y otras junto a la chimenea, pensando que así no se atreverían a entrar. En general, la noche era de guardar, no había actividad alguna, por todos estos motivos. Evidentemente, la superstición y la creencia en lo sobrenatural iban a ser una parte importante en el fenómeno de las Caras de Bélmez.

No hay duda de que, a día de hoy, el fenómeno de las Caras sigue siendo el orgullo del pueblo. Muestra de ello es que, un poco antes de llegar al mismo, ya encontramos indicaciones, no sea que nos perdamos. Es cierto que es el mayor reclamo turístico de esta localidad, y que no tiene muchos más, salvo estar situada en las faldas de Sierra Mágina, y ser un pueblo muy bonito de por sí. La mejor muestra, nos preguntaron varias veces si íbamos a ver las Caras. En una panadería, en un bar, en la calle, parecía que si no las visitas no has estado allí.


Cartel a la entrada del pueblo







































De nuevo, ya en el pueblo, más indicaciones. Pero, iluso de mí, pensaba que llevarían a la Casa de las Caras, aunque en realidad conducían al Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez. Un museo dedicado a contar la historia de este fenómeno, financiado por el Ayuntamiento con fondos europeos. Ya podéis imaginar la polvareda que levantó el hecho de dedicar fondos de la UE a tan singular exposición, pero no me toca a mí opinar sobre eso. El caso es que este museo, inaugurado en 2013, solo abre fines de semana y festivos, por lo que no pude acceder a él, aunque podría haber sido interesante. Añadir que la entrada al mismo cuesta 3 euros, lo aviso para que no pille a nadie sin calderilla en el bolsillo.

Cartel indicativo de la entrada al museo







































De todas formas, el museo no era mi objetivo. Era la casa. O "las casas". Ya conocía la existencia de una segunda casa con supuestas caras, pero dejemos esto para un poco más adelante.

Empezamos a preguntar cómo llegar al lugar, y acabamos en una pequeña cuesta muy inclinada, con el curioso nombre de "Cuesta de las Caras". ¡A que va a ser por aquí!. Antes de subirla, preguntamos a un entrañable anciano de 92 años si íbamos en la dirección correcta. No me imaginaba lo que este amable vecino me iba a contar... De hecho, voy a intentar resumir de la forma más fidedigna posible la valiosa información que me aportó:

"Las Caras están ahí arriba. Yo vivo justo en esa casa (señala una vivienda en la parte alta de la cuesta), y mi casa era antiguamente un colegio, que después de la guerra se convirtió en una cárcel para represaliados. Hay unos túneles que conectan con otras casas de alrededor. Cuando ocurrió lo de las Caras, Franco intentó taparlo todo, vinieron unos militares a llevarse al alcalde y le pidieron que dijera a todos que era un fraude.

Pero lo que no saben muchos es que, en una ocasión, cuando aún había presos en la que es mi casa, una vez vinieron militares pagando por tirotear a estos reclusos. Querían practicar el tiro al pichón con ellos. Pero los vecinos nos negamos a que se hiciera algo así, y conseguimos que se marcharan sin conseguirlo. Ya no sé si en otra ocasión hubiera podido ocurrir.

Y además, la iglesia estaba antes justo al lado de la actual (la actual está al principio de la cuesta), estaba en muy mal estado y después de gastarse mucho dinero en arreglarla para nada la tiraron e hicieron la nueva. Pues no os hacéis una idea de la cantidad de huesos que sacaron de fosas que había en la iglesia y los alrededores. Yo creo que Franco quería tapar todo esto, y no las Caras. Lo pasamos muy mal todos aquellos años como podéis imaginaros".


Calle Cuesta de las Caras






















Han surgido decenas de teorías de por qué el régimen trataba de de silenciar todo esto, pero nunca había dado con una tan precisa. Lo que nos quería decir este señor, es que se intentaban tapar las atrocidades que se habían cometido en otra época en ese pueblo, y concretamente en la zona donde se encuentra la Casa de las Caras. No se puede decir que éste sea el verdadero motivo por el que se trató de silenciar el fenómeno, pero es que tiene mucho sentido.

Por fin subimos la cuesta, y encuentro lo que esperaba: dos carteles para ir a las dos casas, cada uno en una dirección. Ambos con el teléfono de contacto correspondiente para concertar una cita y poder visitarlas. Me decidí por empezar por la "Casa de las Nuevas Caras de Bélmez", porque no tiene nada que ver con la casa original, y había conocido rumores sobre la nueva que quería comprobar por mí mismo. Un telefonazo, y en un rato, el marido de una sobrina de María Gómez Cámara nos abriría la casa. ¿Por qué es la Casa de las Nuevas Caras? Porque allí vivió María su infancia, y dicen que tras su muerte comenzaron a aparecer caras en ella. Pero antes, un análisis rápido de la vivienda desde fuera.

En el balcón de arriba, una gran pancarta que ocupa toda la barandilla, nos anuncia que es ésta, y no las de al lado. La pancarta debió estar financiada por el GIPB (Grupo de Investigación Parapsicológica Bélmez), un equipo de personas que, en su momento, se quedaron con la "exclusiva" de esa casa. Fueron los "descubridores" de las caras que en ella aparecían en una estancia. Llegaron a precintar ante notario dicha estancia, y tras retirar el precinto varios meses después, volvieron a aparecer caras. Todo esto ante un equipo de cámaras de televisión. ¿Qué ha sido de este equipo? Ahora os cuento.

En una ventana, varios recortes de periódicos con noticias sobre las caras de esta casa, y una invitación del GIPB a compartir una investigación con ellos (hay que escribirles un e-mail indicando por qué se les quiere acompañar). Había leído que en esta casa cobraban por entrar, así que me esperaba una taquilla o algo. A ver qué pasa.
























Por fin llegó el hombre que nos iba a abrir la casa. Nos invitó a entrar, y nos llevó directamente a una estancia que estaba enfoscada con cemento (perfecto para la humedad, no nos vamos a engañar). Y bueno, las paredes y el suelo estaban llenos de manchas. Pero no pasa nada, ahí estaba este amable señor para indicarnos una a una dónde se encontraban todas. Algunas incluso tenían cinta aislante formando un cuadro para que fuera más fácil localizarlas. Veamos estas caras:

























Pues como os habéis quedado vosotros, me quedé yo. Evidentemente, no tienen ni de lejos la forma y definición que sí tienen las caras originales. Tampoco me toca decir si son auténticas, pareidolias o falsas, solo quiero contar lo que vi allí.

Después de verlas y fotografiarlas, este hombre nos llevó a una salita donde tenía algunas fotografías antiguas de María Gómez.




Y, antes de marcharnos, en la entrada de la casa encontrábamos colgados cuadros en los que se exponían diplomas y seminarios de parapsicología, actas notariales, y un gran cartel de este grupo de investigación. Ya no podía más, pregunté a este hombre si era ese equipo el que gestionaba y explotaba esa casa. Su respuesta confirmó mis sospechas: "Bueno, antes esto lo llevaban ellos, ahora casi no vienen por aquí". Solo me quedaba saber cuánto me iba a costar haber entrado allí, y no. No cobran una entrada para ver aquello, no sé si en otro tiempo realmente se cobraba un precio fijo, ya que es algo que se decía, pero yo no estaba allí para comprobarlo.












































Mi conclusión personal es, después de lo vivido, que puede que las caras no sean tales, y parece bastante evidente que se quiso sacar un rendimiento económico de la casa. Imagino que promovido por el GIPB, que trataron con los dueños de la casa, y es posible que, al no haber salido como se esperaba, el tema se haya "aparcado". La visita a esta casa fue muy agradable, estuvimos muy bien atendidos. Y lo que me quedó más claro de todo, es que sus dueños a día de hoy siguen sin tener un interés económico en ella, simplemente creen en el fenómeno y lo muestran.

Lo que sí me llamó la atención, fue que este mismo hombre nos indicó que había otra casa que tenía caras, aunque "dicen que ya no quedan o no se ven bien". En primer lugar pensé que si las de la casa original tenían unas caras menos definidas que ésta, me iba a llevar un chasco. Pero cuando me puse a andar, pensé en cómo me había dicho eso. "Otra casa", cuando la otra casa era la nueva, y "no quedan o no se ven", como restando valor a lo que podría haber allí. ¿Rencillas familiares? ¿Acaso hay división entre los dueños de ambas casas? A mí me lo pareció. Aun así, nos atendieron de una forma estupenda, nada que reprochar.

Por fin llegaba el momento de ir a la original Casa de las Caras. Situada en el número 5 de la calle María Gómez, para que nadie se pierda, encontramos una casa bastante vieja y cuidada lo suficiente como para que no se venga abajo, y en la que no ha vuelto a vivir nadie desde que su dueña murió.


























Estamos delante de la casa en la que el 23 de Agosto de 1971, María Gómez Cámara descubría unas extrañas manchas en el suelo de su chimenea que parecían caras. Asustada, avisó a sus familiares, estos a los vecinos, los vecinos a las autoridades, éstas a los medios de comunicación, y estos últimos sirvieron para que se enteraran los investigadores, que impusieron a aquellas figuras bidimensionales el nombre de teleplastias. A partir de aquí, personajes de renombre en el mundo del misterio se dejaban caer por la casa de manera incesante, como una gotera. Después vendría el intento de censura del régimen, del que he hablado casi en las primeras líneas, y por supuesto, lloverían teorías sobre el origen de las Caras, estudios, análisis, grabación de psicofonías en la misma casa, críticas y acusaciones de fraude. Una vorágine de información (o no) que hace pensar que hubo un momento en toda esta historia en el que las Caras eran lo de menos. Vamos, que intentar entender todo lo que pasó a raíz de surgir el fenómeno es un misterio aún mayor.

Dije que no pretendo entrar a valorar estos asuntos, porque es posible que esté todo dicho. Lo que de verdad me interesaba, era saber cómo la familia de aquella mujer ha vivido todo eso, y tenía la esperanza de que quien nos iba a abrir fuera alguien que hubiera estado presente en todo. Tuve suerte. Unos veinte minutos después de haber llamado al número de teléfono que había en la puerta, aparecía un señor llamado Miguel, nieto de María Gómez. Era un chaval cuando ocurrió todo esto, y era evidente que sabía cosas.

Era un hombre sencillo, que portaba una vara de avellano bastante fina y con la punta pelada (parecía que la usara para señalar). Nos invitó a pasar muy amablemente a la casa. De hecho, justo después de llegar nosotros, había llegado una familia con tres niños bastante revoltosos que temía que nos fastidiasen la visita, porque para mí no era simple turismo, pero Miguel pidió amablemente a esta familia que esperase fuera y nos atendió a solas.

Al entrar, tuve una sensación que no había tenido en la casa anterior. Allí se había parado literalmente el tiempo. Inconscientemente, eché un vistazo rápido a la entrada y a la salita, y no dejaba de ver que muchas cosas estaban en el mismo lugar que hace veinte o treinta años, cuando las vi en fotos de libros o revistas. Pero tenía que centrarme, y aquel hombre estaba dispuesto a contarnos todo lo que quisiéramos saber. De hecho, mi primera preocupación fue aquel cartel de la entrada en el que se prohibía hacer fotografías. Le expliqué que iba a escribir un artículo sobre las Caras, y no solamente me permitió que fotografiase lo que quisiera, sino que él mismo me estuvo guiando sobre dónde podría sacar las mejores fotos. Fue una alegría.

El primer minuto en esa casa fue muy incómodo, pero por mi torpeza. Miguel me pidió que apartara un pie porque, sí, estaba pisando una cara... Cuando levanté el pie y vi lo que había debajo, quería morirme de vergüenza. Había pisado una de las caras originales de la casa. Pero también es cierto que me costó reconocerla, ya que, como el mismo Miguel nos indicó, las caras han cambiado mucho y la mayoría casi se han perdido. Esta fue la cara mancillada:

Aspecto original de la cara

La cara que pisé, en mi defensa alegaré que está irreconocible

























































Pasado este trago, entramos en la salita, y lo único que era capaz de visualizar era la cara que tenía empotrada en la pared, y la que tenía en el hueco de la chimenea. No hacía falta que me explicase lo que eran. Las conozco desde que era pequeño, y, a pesar de que sí que han cambiado, ahí estaban. Es difícil describir cuando tienes delante de tus ojos algo de lo que te has intentado informar tanto. Es como si no sirviera de nada. He de confesar que aquel momento fue bastante emocionante.

Estado actual de la casa

Cara conocida como "La Pava", actualmente

Trozo de suelo que se conservó, con una imagen al parecer de cuerpo entero

Aquí más de cerca



















































































































Después de fotografiar las tres caras que más o menos se puede decir que han sobrevivido a estos 45 años, Miguel empezó a enseñarnos otras cuantas, éstas más difusas hasta el punto en que nos las tenía que señalar con su vara de avellano (exacto, era para señalar). Muchas eran "caras nuevas" que habían surgido en una época más reciente, en su mayoría pareidolias diría yo, aunque él las mostraba con mucho orgullo, y recordaba perfectamente cuándo había surgido cada una. Aunque yo seguía fijando la vista en las dos figuras recortadas de la chimenea. Veamos algunas de esas nuevas caras

Rostro humano, aparentemente con los ojos cerrados

Figura de un perro. Honestamente, me costó verla

Figura del semiperfil de una persona. Me costó más aún verla

Lo que según Miguel es algo demoniaco

Esta todavía estoy intentando verla

Aquí lo que parece ser otro demonio, con cuernos y todo


Empezamos a charlar, y en cuestión de segundos, estábamos hablando de las viejas polémicas que se han vivido en este caso. Fue en ese momento en el que me di cuenta de algo en lo que aquellos que ya pasaron por allí y publicaron sus investigaciones y conclusiones, nunca tuvieron en cuenta a mi parecer. ¿Qué le parecía a la familia todo aquel revuelo? ¿Qué problemas les trajo? Pues justo entonces, Miguel me pidió que me acercara a la cara del hueco de la chimenea, y la tocase. Mientras lo hacía, me dijo: "¿A ti te parece que eso está pintado? nosotros siempre hemos dejado a todo el mundo que investigue, nunca hemos puesto pegas y hemos abierto las puertas de esta casa al que ha querido venir. Hemos dejado que analicen las caras, que las rompan, que se lleven trozos. Y a día de hoy, nadie ha venido aquí a explicarnos lo que son en realidad". Esa sentencia cayó como una bomba en mi cerebro. ¡Claro! Las dos facciones en esta historia se habían esforzado tanto en demostrar la autenticidad o el fraude de aquellos rostros, que habían dejado a la familia al margen. Incluso me dijo que si nosotros queríamos investigar aquello a fondo, solo teníamos que pedírselo. Él mismo nos dijo que en esa casa nunca ha ocurrido ningún fenómeno paranormal. Nada de ruidos, objetos que se mueven solos, luces que se apagan, nada de nada.

Yo mismo, contemplando y tocando esta piedra


Pues me parecía fatal. Es que, si se sabe algo, a estas alturas deberían saberlo. Y dudo mucho que hayan hecho oídos sordos a posibles explicaciones que se les hayan brindado. Volvemos al móvil económico, si hace falta. Recuerdo un artículo en el que se criticaba vorazmente a los hijos de María Gómez de cobrar por entrar en la casa. El autor del mismo contaba que, a pesar de la negativa de los dueños de la casa, consiguió sacar una foto a un cepillo con dinero que había sobre la mesa. Pues aquí está el cepillo:
























Vamos a ver, ¿de verdad alguien piensa que con las donaciones que se realizan por el hecho de visitar la casa, esta familia va a hacer el negocio de su vida?. Por favor, llamas a un número de teléfono, te abren la casa, te la enseñan, te la cuentan, ves que todo está casi como hace cuarenta años, la mantienen como un museo. Si alguien piensa que todo eso debería ser gratis, está en su derecho, pero es muy egoísta. Miguel nos explicó que nunca han cobrado dinero por enseñar la casa, y las donaciones que los que quieren dejan voluntariamente se utilizan para mantenerla. Y es que, calculando así por encima, no les da para más. Le hice la foto al cepillo sin ningún problema.

En otro momento de la conversación, Miguel nos contó que, antes de que se decidiera hacer el Centro de Interpretación, el Ayuntamiento quería quedarse con la casa. Pero no se pusieron de acuerdo, ya que, siempre según la versión de este hombre, la querían prácticamente regalada, y para explotarla económicamente. Así que no hubo acuerdo. De todas formas, me alegré y así se lo transmití, ya que probablemente, si se hubieran acometido reformas en esa casa, habría perdido toda la esencia, y no habría tenido la sensación que he descrito antes cuando entré. Sería otra cosa.

Iba a salir de la salita cuando de repente veo una nota escrita en un folio. ¡Anda! Mis buenos amigos del grupo Hepta ya estuvieron por aquí.







































Un buen mural (éste sí valía la pena contemplarlo) mostraba recortes de prensa de la época, de cuando aparecieron las Caras, cuando retuvieron al alcalde, la muerte de María... Momentos realmente importantes en esta historia. Junto a estos recortes, fotos antiguas de algunas caras, puestas ahí con la intención de que el visitante pueda apreciar cómo han cambiado con el tiempo. Y fotografías del reportaje que realizó Cuarto Milenio, que Miguel muestra con orgullo. Me dijo que fueron muy bien tratados, con mucha profesionalidad, y que aquello les encantó. Se sintieron apreciados, básicamente. Lo que yo decía.





Llegaba el momento de despedirnos. Memoricé en el teléfono el número de Miguel, algo me dice que pronto lo volveré a llamar, espero. La sensación con la que me marché de la casa fue bastante agradable. No había descubierto el fuego, sigo sin saber si las Caras son o no un fenómeno paranormal. Pero me daba igual, pude conocer otros aspectos que son igual de importantes. Aprender que las investigaciones son más de lo que parecen. El impacto en ese pueblo fue enorme, y a día de hoy sigue vigente, aunque quizá se mereció ser tratado de otra forma en su momento, pero a estas alturas nadie va a reparar en eso.

Resumiendo, cumplí mi objetivo. Quería conocer de primera mano si todo lo que sabía era cierto, y lo conseguí. También aprendí nuevas historias, desmitifiqué rumores, confirmé otros, y, como colofón, conocí una arista de esta historia que desconocía: a veces, alrededor de un fenómeno paranormal surgen datos, historias paralelas, que pueden llegar a ser incluso más interesantes, y éste sin duda era el caso.

Recomiendo a todo el que esté pensando en visitar alguna vez el lugar que lo haga, se olvide los prejuicios, y disfrute de la visita, de las Caras, y de las historias que va a conocer. ¡Hasta pronto!

Jorge Liébana