Mi primer acercamiento a la Transcomunicación Instrumental

Ya llevaba tiempo pensando en lo malo que debe ser querer estudiar algo y estancarse. Mi interés técnico hacia el fenómeno de las psicofonías me pedía a gritos que diera un paso más, que lo de utilizar la grabadora y esperar resultados estaba bien, pero no dejaba de ser un bucle infinito que podría no llevarme a nada.

Después de documentarme más a fondo sobre el fenómeno de la transcomunicación instrumental (TCI), me di cuenta de que por un lado muchos investigadores han conseguido unos resultados a priori asombrosos, y por otro los métodos para iniciarse en este tipo de experimentos son sencillos, y los aparatos no son para nada costosos.

Para explicarlo un poco más, la transcomunicación instrumental consiste en el uso de aparatos electrónicos para obtener supuestas comunicaciones, que en ocasiones se convierten en diálogos fluidos entre el experimentador y lo que sea que se comunica con él. En el fenómeno de las voces, los sistemas de recepción de radio son los más utilizados. En mi anterior artículo, El Spiricom, ¿verdad o fraude?, ya analizaba uno de los mayores ingenios que se fabricó para tal fin, aunque han existido muchos otros. Pero como el fenómeno de la transcomunicación es tan extraño y caprichoso, a muchos investigadores les ha bastado con una simple radio para conseguir unos resultados sorprendentes.

Es el caso de Marcello Bacci, un italiano afincado en la ciudad de Grosseto, que lleva más de 25 años asombrando a todos con una sencilla radio de válvulas. Aún en activo, cada cierto tiempo realiza sesiones de contacto a las que invita a todo tipo de personas, y a nadie deja indiferente. Durante todo ese tiempo, ha aceptado todo tipo de investigaciones en busca de un fraude, pero ni los más escépticos han podido dar una explicación a lo que ocurre cuando "sintoniza" su vieja radio. En varias ocasiones, ya iniciado el contacto, ha retirado las válvulas una a una, y por último ha desenchufado la radio de la corriente, y el fenómeno se ha seguido produciendo con la misma claridad.

Este vídeo es un ejemplo de tantas y tantas sesiones que ha realizado.


Los asistentes a sus sesiones de contacto quedan perplejos, esas voces los llaman por sus nombres, responden a sus preguntas en sus idiomas natales, y les revelan cosas que nadie más debía saber sobre ellos. También hablan en ocasiones de aspectos más técnicos, y muy contadas veces han hablado de su procedencia, algo que Marcello Bacci asegura que tienen poco menos que prohibido.

Ante tal aluvión de datos, resultados e investigaciones satisfactorias por parte de tantos investigadores, decidí hacer mis pinitos en este tema. Los primeros resultados no han sido nada aclaratorios, el material del que dispongo es inexacto y mis conocimientos de momento demasiado limitados como para sacar ninguna conclusión.

Usé una radio de sintonización analógica (de las de ruedecita, de toda la vida), y tras aburrirme buscando un hueco en la banda de FM cambié a la de AM. Con hueco me refiero a una sintonía que no emitiera nada, solo el típico ruido de una radio desintonizada. Tras un buen rato de intentos y ajustes, dejé la radio sintonizada en la frecuencia 1460KHz de la banda AM y comencé el experimento. Puse la grabadora en marcha y comencé a describir mis primeras impresiones. Todo era demasiado nuevo, como cuando te dan algo y te pones a darle vueltas hasta que descubres como se usa, así me sentía yo en ese momento. Por más que había leído sobre el tema tenía la impresión de que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Pero experimentar es gratis, así que lo hice igualmente.

¡Por cierto! Como dato meramente curioso, después de realizar el experimento descubrí que había sintonizado la radio en la que llaman la "Frecuencia de Jurgenson". Curiosamente, este pionero de la transcomunicación utilizaba esa frecuencia para sus investigaciones y la recomendaba a sus colegas.

Grabé un total de 8 minutos, en los cuales iba relatando las anomalías que iba percibiendo en el sonido, algunas de ellas bastante peculiares. Pero, como dije antes, apenas sabía lo que tenía que hacer o qué tenia que buscar. Después volqué al ordenador el audio obtenido y lo escuché varias veces. Como suelo hacer con mis grabaciones, extraje los fragmentos que me parecieron extraños, y los analicé.

En ocasiones, sobre el ruido blanco de la radio resaltaban otros sonidos, fue relativamente sencillo aislarlos. Estos fueron los resultados que obtuve:

Así se mostraban las interferencias que sobresalían del ruido blanco habitual. En primer lugar se oye tal como se grabó, y después con el ruido blanco atenuado.




Yo no distingo nada especial en esta interferencia, me pareció oportuno resaltarla porque quizá se trate de algo normal, así que si hay algún experto en radios le agradecería su opinión.

Pero me fui encontrando con cosas más extrañas que esto. En esta podemos escuchar la radio, mi voz en un momento determinado, y una interferencia que se cuela justo después de yo hablar. La interferencia está filtrada y repetida tres veces.




Yo creo distinguir una voz que dice algo, pero las posibilidades de que se trate de una pareidolia son tan grandes que no me voy a aventurar en eso.

Unos minutos más adelante me encontré con la que verdaderamente me impactó. Apenas audible entre el ruido blanco pero sorprendente cuando éste es eliminado. Al igual que la anterior, se escucha una vez tal como se grabó, y repetida tres veces con el ruido filtrado.




Me llamó mucho la atención que parece una voz de mujer, y una especie de silbido metálico, parecido al acople de un altavoz, que desaparece justo cuando esa voz vuelve a hablar. Parece que ambos sonidos estén relacionados.

Y por último obtuve esto, no es tan claro como otros audios pero creo que merece la pena exponerlo.




En fin, es muy probable que si sigo ahondando en este tema de la transcomunicación en unos meses acabe riéndome de este artículo. Pero por algo hay que empezar. Espero que os haya resultado entretenido, como siempre agradezco vuestros comentarios e impresiones.

Jorge Liébana. Grupo D.R.E.S.